domingo, 12 de enero de 2014

Los Juegos de la Comadreja. Capítulo 9

Empiezo a pasar de un árbol a otro, sin preocuparme del ruido que pueda causar, ya que lo más importante es salir con vida. Miro hacia abajo y veo como Cato corta todas las ramas que se interponen en su camino, mira cada segundo hacia mi posición, me sigue, se equivoca de dirección, rectifica. Parece que no quiere dejarme marchar. Pero eso no me ha parar, ya que seguramente subiría hacia mí en un abrir y cerrar de ojos. Cada vez que bajo la mirada está más cerca, no puedo parar. Me estoy adentrando cada vez más en el bosque, cada vez me cuesta más trabajo seguir avanzando, me voy cortando las palmas de las manos. Mi sangre va cayendo mientras con ellas mancho el tronco del árbol. Sin darme cuenta me encuentro en el linde del bosque, en el claro donde se encuentra la cornucopia. Me encuentro en el lado opuesto de donde anteriormente había estado la montaña de comida, la cornucopia esta cerca de mí, pero está muy alejada de los árboles, pero me da igual, salto hacia ella como si en un vano intento quisiera alcanzarla. Cuando caigo al suelo, empiezo a rodar, pero me incorporo rápidamente. Cato está muy cerca de mí, por lo que me dirijo en línea recta hacia el bosque que se haya frente a mí, una parte que no había explorado y en la que tendré que aprender a sobrevivir durante un tiempo. Cato empieza a llamar a Clove a gritos. Creo recordar que Clove es la chica de los cuchillos y su compañera de distrito. Sigue llamándola pero no aparece por ninguna parte, así que decide centrarse en mí. Estoy fatigada de tanto correr y pasar de un árbol a otro. Mientras yo voy reduciendo la velocidad de mis pasos, él parece haberse recuperado y aumenta la suya. La distancia entre el boque y yo parece interminable, cada vez parece haber más y cansancio aumenta por segundos. Me centro en correr y no volver la vista atrás, pensando que pronto estaré rodeada de árboles y será mi oportunidad de esquinazo. Me introduzco dentro del boque y me dirijo, como siempre, hacia el corazón del bosque. En esta parte del bosque hay muchas ramas bajas, así que tengo que correr la mayor parte del tiempo inclinada hacia delante. Empiezo a mirar de reojo  por si encuentro algo que pueda servirme, veo una rama un poco gruesa. Me dirijo hacia ella, me arrodillo para cogerla, pero Cato me intenta agarrar de la chaqueta, pero consigo escabullirme, agarrar la rama y correr hacia delante. Cuando empieza a seguirme de nuevo, me paro y doy media vuelta. Como lo he hecho de forma muy rápida, no le da tiempo a pararse, por lo que cuando con ambas manos me llevo la rama hacia atrás y le doy con ella con la cabeza, cae en el suelo y se queda inconsciente. Suelto la rama en el suelo, y empiezo a caminar hacia la derecha, para dirigirme a la parte del bosque que sé demasiado bien. Mientras camino, Clove empieza a llamar a Cato, pero como ve que no le responde, decide ir a buscarlo. Se dirige hacia donde antes había estado la montaña. Me vuelvo hacia atrás para coger la rama, ya que si me la encuentro puede volver a servirme. Empiezo a aligerar el paso, ya que el sol se está poniendo. Antes de lo previsto llego a mi destino, y por suerte, no me he cruzado con ella. Llevo tiempo sin comer, por lo que dispongo a buscar comida. Empieza a mirar por los arbustos y árboles, pero no encuentro nada. Es muy extraño, ya que antes todo estaba recubierto de bayas comestibles. Al cabo de una hora, más o menos, encuentro un arbusto con pequeñas bayas moradas, así que me dirijo a él corriendo. Cuando llego, me doy cuenta de que son bayas venenosas llamadas Jaulas de Noche. Cada vez tengo más hambre y sed y no puedo encontrar nada que pueda servirme. Cuando todo está ya demasiado oscuro para ver, me tumbo al pie de un árbol, me llevo las rodillas al pecho y me quedo así durante toda la noche. El hambre me asecha y no consigo dormirme. Con cada minuto que pasa y no tengo comida, mis ilusiones de sobrevivir  y  salir de este sitio disminuyen. Cuando el sueño empieza a apoderarse de mí, una voz resuena por toda la arena. Claudius Templesmith es quien habla, y nos invita a todos a un banquete. Aunque suena tentador, no sé si ir ya que sería como otro baño de sangre en el que acabaría muerta, pero a continuación dice:
-Una cosa más: puede que algunos estéis ya rechazando mi invitación, pero no se trata de un banquete normal. Cada uno de vosotros necesita algo desesperadamente.-Claro que necesito algo, necesito comida- En la cornucopia, al alba, encontraréis lo que necesitáis en una mochila marcada con el número de vuestro distrito. Pensadlo bien antes de destacarlo. Para algunos, será vuestra última oportunidad.
La idea es demasiado tentadora para dejarla marchar, por lo que me dispongo a dormir un poco, para que después pueda coger mi mochila y sobrevivir unos días más. Quien sabe, quizá esta será mi oportunidad.