viernes, 15 de noviembre de 2013

Los Juego de la Comadreja: Capítulo 5


Instintivamente, corro los más rápido que puedo hacia el corazón del bosque, sin saber por donde voy, ya que lo único que me importa en estos momentos es salir con vida de esta persecución. Mientras corro, con el corazón acelerado, me voy haciendo pequeños cortes en la cara con las ramas sueltas de los árboles que están tan bajas que son de mi altura. Las heridas me escuecen, debido a que tengo la cara llena de ellas. Me tropiezo con un tronco caído, haciéndome una quemadura con el pantalón. Arrodillada en el suelo, apoyando rodillas y manos, giro la cabeza para poder ver la distancia que hay entre el chico del tres y yo. Sin previo aviso, como una sombra, salta el tronco y se coloca encima de mí. Como si fuera algo impulsivo, le doy un puñetazo en la barbilla, de abajo arriba. El chico se separa de mí, echándose hacia atrás mientras se sujeta la mandíbula. Aprovechando ese momento de distracción, me levanto y echo a correr hacia delante lo más rápido que puedo. Temo que el chico eche a correr tan seguido de mí y pueda atraparme, lo que lleva por consecuencia, seguramente, que me mate. Apartando aquel horrible pensamiento de mi cabeza, veo como llego al otro lado del bosque. Lo he cruzado instintivamente en una horrible persecución. Observo durante unos segundo el paisaje desconocido que hay ante mí. Hay una acusada pendiente hacia abajo, lo que quizá quiera decir que al final de ella termina la arena. <<En algún lugar tendrá que terminar esta asquerosa pesadilla>> aquella idea me atrae, pero si pienso en las oportunidades que tengo para salir con vida, creo que es mejor ir hacia derecha o izquierda, ya que si bajo sería más fácil acorralarme y atraparme, teniendo en cuenta que el chico del tres es físicamente más alto y fuerte que yo, por lo que si corre como una liebre en un terreno llano, con algunos baches, no me gustaría saber como lo hace cuesta abajo. Mi elección es ir hacia la izquierda, por lo que corro y me elijo un árbol al que subirme. Me acerco rápidamente a él, salto y me agarro a dos ramas bastante altas. Me impulso hacia arriba, aguantando el dolor de mis recientes heridas en las palmas de mis manos, pero como si fuera por magia, mi persecutor se acerca corriendo hacia el árbol en el que me hallo. Intento subir mi cuerpo encima de una de las ramas en las que apoyo las manos, pero él es más rápido, me agarra mis dos piernas y tira de ellas para hacerme bajar. Tiene mucha más fuerza de la que yo poseo, por lo que mis manos resbalan de las ramas, haciendo que mi cuerpo entero caiga rápidamente al suelo. Me golpeo la parte posterior de la cabeza contra una piedra, provocando una pequeña brecha, perdiendo un poco el sentido y mojando mi pelo rojizo. Me llevo la mano a cabeza, notando como la sangre mancha y envuelve mi mano. El chico tiene mis piernas todavía sujetas, por lo que apoyando mis manos en el suelo, empiezo a patalear y sacudirme intentando que las suelte. Consigo sacar una pierna, que aprovecho para darle un patada en toda su cara. Me suelta la otra pierna, por lo que las acerco hacia mi cuerpo. Se sangra la nariz, por lo que se la limpia un poco con la manga de la chaqueta. Me lanza una mirada que lo deja todo claro. <<Estoy muerta>>. Intento levantarme pero se tira sobre mí, apretándome la espalda contra el suelo.<<Este chico tiene un gran vicio sobre tirarse encima de las personas>>, pienso, lo que provoca una sonrisa en mi cara. Al ver mi sonrisa, el chico me golpe la cara con su puño, lo que hace que se me salten las lágrimas por el dolor. Intento ver que tengo por los alrededores que pueda utilizar como arma contra él. Al poco centímetros de mi cabeza hacia la derecha esta la piedra con la que me golpee la cabeza. Sé que si intento alargar el brazo para cogerla, él sabrá mis intenciones por lo que no podre coger la piedra, por lo que solo tengo una oportunidad. Tengo que intentar distraerle, con un par de segundos puedo conseguirlo. Mi brazo izquierdo está libre, así que le doy un puñetazo en la mejilla, aturdiéndolo un poco, por lo que afloja el peso sobre mi brazo derecho, lo que me da el tiempo suficiente para alargar el brazo, coger la piedra con la mano derecha y golpearle lo más fuerte que puedo sobre la nuca. Cae hacia delante, aplastándome todavía más contra el suelo. Lo echo hacia la izquierda y le golpeo dos veces más sobre la frente. Por como está, creo que con uno o dos golpes más podría morir, pero la conciencia puede conmigo. Nunca he matado ha nadie, no se como me sentiré, pero tampoco puedo dejar que siga vivo. Decido dejarlo ha su suerte, que otra persona le dé el toque de gracia. Me levanto de encima de su cuerpo, llevándome instintivamente la mano hacia detrás de mi cabeza, por donde se hallaba la pequeña brecha. Ya no sigue echando sangre, pero el pelo se ha llevado la peor parte. Mi pelo es tan largo que llega hasta la mitad de la espalda. Esta enredado, sucio y manchado de sangre seca (aunque no creo que se note mucho, teniendo en cuenta el color de mi pelo) y de tierra fangosa. Me lo peino un poco con las manos, pero me doy cuenta de cuanto más lo toco peor se pone, por lo que dejo que se quede tal y como está. Me dirijo con paso cansado hacia el exterior del bosque. Me he dado cuenta de que no es tan fácil cazar como pensaba los primeros días aquí. He dejado mi pequeña bolsita en mi antiguo escondite, por lo que ahora tendré que buscar nuevas bayas comestibles. Bajando un poco la pendiente, discurre un riachuelo. Estoy tan sedienta que me dirijo hacia allí sin ni siquiera mirar si hay peligro a la vista. Más que ir andando, voy corriendo. Cuando llego hasta él, me dejo caer y empiezo ha beber la salada y asquerosa agua del riachuelo. Cuando ya he saciado mi sed, escucho algunos gritos por donde y termina el bosque. Empiezo a subir agazapada contra el suelo, solo por precaución. Cuando ya estoy casi arriba de la pendiente, veo como Katniss sale del bosque, un poco mareada, sin poder sostenerse en pie. Rápidamente, Peeta llega y empieza a gritarle cosas que no consigo entender desde mi posición. Se comporta como si estuviera haciendo algo muy peligroso, ya que se le escucha muy alterado. Por otra parte, Katniss está demasiado tranquila por como le esta hablando su amante, quizá se deba a las posibles picaduras de rastrevíspulas, ya que escuche que estaban por aquí cerca. Sin previo aviso, ella se da la vuelta y vuelve a internarse en el bosque. Peeta se da también la vuelta para marcharse, pero en ese momento Cato aparece de entre la espesura del bosque. Su cara muestra un mueca de odio y desprecio. Empieza a gritar como un loco, por lo que quizá también ha visto lo que ha pasado entre Peeta y Katniss y ha decidido hacer algo al respecto. Rápidamente, veo como desenfunda su enorme espada de metal, la levanta y la descarga contra la pierna de Peeta, grita de dolor en el preciso instante en el que Cato saca su espada de la pierna y se va tranquilamente. Entre tanto, Peeta se tambalea debido al dolor que le ha provocado. Su pierna está totalmente cubierta de sangre. Se dirige, sin poder estar en pie sobre si, hacia el río. Me entra el pánico por lo que decido subir e internarme en el bosque. Casi me caigo por el camino, pero consigo llegar hasta mi destino. Me doy media vuelta y veo como se cae el suelo. Tengo pena por él pero me obligo ha volver hacia donde antes me encontraba, ya que necesito saber como van a colocar las minas.

Gracias por leer el capítulo
Besos
La próxima semana subiré el siguiente 

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