viernes, 25 de octubre de 2013

Los Juegos de la Comadreja: Capítulo 3


Sobresaltada, me incorporo, con la espalda todavía apoyada en el árbol. Me he quedado dormida sin darme cuenta. Supongo que sera cerca de medianoche, ya que el cielo esta demasiado oscuro para que se acabara de poner el sol. Me levanto, averiguando que el dolor en mi pierna ya se ha ido, sin quedar rastro alguno de mi luxación excepto quizá, un pequeño desgarre sobre el pantalón por la parte de la rodilla izquierda. Se que no estoy utilizando la lógica al levantarme a estas horas, ya que el sonido esta más amplificado que por la mañana, pero necesito encontrar más comida. Con gran delicadeza, saco las pocas bayas que pude recoger esta mañana y me las como. Son pequeñas bayas redondas, de color rojizo, que están algo amargas, pero es lo único que tengo, por ello, debo arriesgarme y adentrarme en el bosque. Intentando hacer el menos ruido posible, me adentro cada vez más. Espero no encontrarme a nadie a estas horas, pero pensándolo mejor, quizá los demás tributos están haciendo lo mismo que yo. Y si esto es así... ¿qué pasa si me encuentro con alguien? No tengo armas con las que defenderme, ni tampoco se luchar, pero soy algo rápida; podría correr, subirme a un árbol y mantenerme allí arriba hasta que se marche. Sigo avanzando, siempre recto, esquivando lugares con demasiada vegetación para que pueda delatarme, pendiente en mis dos grandes objetivos: uno, avanzar sin detener, ni hacer ruido, nada que pueda delatarme, y dos, estar en alerta en todo momento. Algunas de mis propias preguntas me hacen reflexionar. No soy buena en el combate, ya que no se utilizar ningún arma, ni tengo. Solo se diferenciar algunas bayas, pero eso no me servirá para siempre, ya que si quiero ganar, tendré que enfrentarme contra alguien en algún momento. Por el momento, puedo intentar pasar desapercibida; si me olvidan no me buscarán, y si no me buscan... No tendré que preocuparme tanto por mi seguridad. Pronto me doy cuenta de un gran detalle que se me ha pasado por desapercibido, cada vez hay menos follaje, los árboles son menos frondosos. <<Un poco raro si se supone que me estoy internando en el corazón del bosque>> Definitivamente, me he equivocado. <<No voy hacia el interior, sino hacia el exterior>> Mi corazón se acelera. Eso explica el por qué no he hallado ningún árbol de bayas ni nada comestible. Me paro en seco, sin saber que hacer. El sol se esta alzando, por lo que quizá no tendré mucho tiempo para huir. <<Puedo seguir avanzando. Quizá descubra algo sobre los profesionales y sus tácticas, o quizá me descubran ellos a mí>> El sol ha avanzado mucho en poco tiempo, lo que implica que si me interno en el bosque me consigan matar. No me queda más remedio que avanzar; me lleve al peligro o a la salvación. Ahora, más que nunca, mi vida está en juego, por lo que pongo todo el cuidado del mundo mientras me muevo entre la poca espesura del bosque. Cada vez estoy más cerca de los profesionales, puedo presentirlo. De repente, así, sin más, aparece a unos diez metros de mí un gran claro en el que se haya la cornucopia y el lago. Rápidamente, retrocedo un par de pasos, y me escondo en un gran arbusto. Ante mí se haya un gran espectáculo jamás imaginado. Algunos profesionales y el chico del doce están escavando alrededor de las plataformas; mientras que los demás, que serán tres, vigilan su gran montaña formada por todo tipo de comida: manzanas, algo de pan, diferentes tipos de bayas, … <<¡Por el ángel, como pueden haber conseguido todo eso en menos de tres días!>> Poco a poco, lo voy asimilando todo, y empiezo a fijarme en lo que se suponen que están haciendo. Mi misma pregunta me hace darme cuenta que están desenterrando, sin necesidad de verlo con mis propios ojos; las minas. Se supone que cada plataforma está rodeada de minas, para que si saltamos antes de la cuenta regresiva estallemos en trizas. <<Creo que las están desenterrando para después colocarlas alrededor de su comida. Si esto pasa, no tendré momento alguno de robas un pizca de su comida. Pero si la colocan totalmente alrededor, no habrá forma de que ellos puedan coger comida. Seguramente dejen algún espacio de separación entre mina y mina. El mediodía se me hecha encima, llevo sin probar bocado desde que salí de mi escondite para acabar parando aquí. Aunque he decidido no moverme de mi sitio para vigilar y no perderme ningún detalle todo lo que hagan, necesito conseguir algo de comida. Por lo que decido abandonar mi lugar por unos momentos. Todavía siguen desenterrando minas, por lo que espero que mi breve ausencia no vaya a cambiar mucho las cosas. Adentrarme de nuevo en el bosque, me ha supuesto un poco de peligro, ya que por culpa de una rama seca del suelo todos han dirigido su mirada directamente hacia el lugar en el que me hallaba. Por suerte para mí, creyeron que había sido un animal y no le dieron mucha importancia. De tanto recorrerme estos parajes, he ido memorizando un poco el camino (rocas, zonas fangosas, …) Rápidamente encuentro un pequeño arbusto del tipo de bayas que me comí una vez. Pequeñas, redondas, rojizas. Aunque son algo amargas, es lo único que alcanzo a ver, por lo que, a duras penas, hago con las hojas de los árboles, una pequeña cestita en la que poder almacenar unas pocas. Por lo que he contado, creo que en ella caben alrededor de treinta, más o menos. De vuelta a la cornucopia, he ido comiendo alguna de ellas que me cabían en la mano. Al rato, empiezo ha acostumbrarme a su sabor, por lo que empieza a resultar algo adictivo. Cuando llego, me doy cuenta de que el paisaje ha cambiado considerablemente. Ya no están arrodillados en el suelo desenterrando minas, sino que ya han empezado ha enterrar alguna de ellas alrededor de su queridísima montaña de comida. Miro hacia la dirección del sol, comprobando lo que ya había supuesto. Han adelantado demasiado en muy poco tiempo. Me siento detrás de mi arbusto, empezando a observarlos detenidamente, sin comer ninguna baya más. Todos se mueven muy rápido, coordinando sus movimientos, como robots. Jamás antes los había visto trabajar de esa forma. Con todos moviéndose, no consigo ver que hace cada uno, por lo que me concentro en otras cosas. Por lo que he podido entrever, creo que solo tienen colocada la primera línea de minas, la más cerca a la comida. También creo que hay un chico que es el que prepara las minas, o algo similar. Todos se las llevan y las traen de su alrededor. Quizá sea del distrito tres, de la informática. Poco a poco me respaldo contra un árbol, desde allí estoy más cómoda, mas aunque no lo vea todo, tampoco es que estén haciendo gran cosa, por lo que decido esperar, mirando fijamente al chico de las minas.


Espero que les haya gustado :)
Besos

No hay comentarios:

Publicar un comentario