Sobresaltada, me incorporo, con
la espalda todavía apoyada en el árbol. Me he quedado dormida sin
darme cuenta. Supongo que sera cerca de medianoche, ya que el cielo
esta demasiado oscuro para que se acabara de poner el sol. Me
levanto, averiguando que el dolor en mi pierna ya se ha ido, sin
quedar rastro alguno de mi luxación excepto quizá, un pequeño
desgarre sobre el pantalón por la parte de la rodilla izquierda. Se
que no estoy utilizando la lógica al levantarme a estas horas, ya
que el sonido esta más amplificado que por la mañana, pero necesito
encontrar más comida. Con gran delicadeza, saco las pocas bayas que
pude recoger esta mañana y me las como. Son pequeñas bayas
redondas, de color rojizo, que están algo amargas, pero es lo único
que tengo, por ello, debo arriesgarme y adentrarme en el bosque.
Intentando hacer el menos ruido posible, me adentro cada vez más.
Espero no encontrarme a nadie a estas horas, pero pensándolo mejor,
quizá los demás tributos están haciendo lo mismo que yo. Y si esto
es así... ¿qué pasa si me encuentro con alguien? No tengo armas
con las que defenderme, ni tampoco se luchar, pero soy algo rápida;
podría correr, subirme a un árbol y mantenerme allí arriba hasta
que se marche. Sigo avanzando, siempre recto, esquivando lugares con
demasiada vegetación para que pueda delatarme, pendiente en mis dos
grandes objetivos: uno, avanzar sin detener, ni hacer ruido, nada que
pueda delatarme, y dos, estar en alerta en todo momento. Algunas de
mis propias preguntas me hacen reflexionar. No soy buena en el
combate, ya que no se utilizar ningún arma, ni tengo. Solo se
diferenciar algunas bayas, pero eso no me servirá para siempre, ya
que si quiero ganar, tendré que enfrentarme contra alguien en algún
momento. Por el momento, puedo intentar pasar desapercibida; si me
olvidan no me buscarán, y si no me buscan... No tendré que
preocuparme tanto por mi seguridad. Pronto me doy cuenta de un gran
detalle que se me ha pasado por desapercibido, cada vez hay menos
follaje, los árboles son menos frondosos. <<Un poco raro si se
supone que me estoy internando en el corazón del bosque>>
Definitivamente, me he equivocado. <<No voy hacia el interior,
sino hacia el exterior>> Mi corazón se acelera. Eso explica el
por qué no he hallado ningún árbol de bayas ni nada comestible. Me
paro en seco, sin saber que hacer. El sol se esta alzando, por lo que
quizá no tendré mucho tiempo para huir. <<Puedo seguir
avanzando. Quizá descubra algo sobre los profesionales y sus
tácticas, o quizá me descubran ellos a mí>> El sol ha
avanzado mucho en poco tiempo, lo que implica que si me interno en el
bosque me consigan matar. No me queda más remedio que avanzar; me
lleve al peligro o a la salvación. Ahora, más que nunca, mi vida
está en juego, por lo que pongo todo el cuidado del mundo mientras
me muevo entre la poca espesura del bosque. Cada vez estoy más cerca
de los profesionales, puedo presentirlo. De repente, así, sin más,
aparece a unos diez metros de mí un gran claro en el que se haya la
cornucopia y el lago. Rápidamente, retrocedo un par de pasos, y me
escondo en un gran arbusto. Ante mí se haya un gran espectáculo
jamás imaginado. Algunos profesionales y el chico del doce están
escavando alrededor de las plataformas; mientras que los demás, que
serán tres, vigilan su gran montaña formada por todo tipo de
comida: manzanas, algo de pan, diferentes tipos de bayas, … <<¡Por
el ángel, como pueden haber conseguido todo eso en menos de tres
días!>> Poco a poco, lo voy asimilando todo, y empiezo a
fijarme en lo que se suponen que están haciendo. Mi misma pregunta
me hace darme cuenta que están desenterrando, sin necesidad de verlo
con mis propios ojos; las minas. Se supone que cada plataforma está
rodeada de minas, para que si saltamos antes de la cuenta regresiva
estallemos en trizas. <<Creo que las están desenterrando para
después colocarlas alrededor de su comida. Si esto pasa, no tendré
momento alguno de robas un pizca de su comida. Pero si la colocan
totalmente alrededor, no habrá forma de que ellos puedan coger
comida. Seguramente dejen algún espacio de separación entre mina y
mina. El mediodía se me hecha encima, llevo sin probar bocado desde
que salí de mi escondite para acabar parando aquí. Aunque he
decidido no moverme de mi sitio para vigilar y no perderme ningún
detalle todo lo que hagan, necesito conseguir algo de comida. Por lo
que decido abandonar mi lugar por unos momentos. Todavía siguen
desenterrando minas, por lo que espero que mi breve ausencia no vaya
a cambiar mucho las cosas. Adentrarme de nuevo en el bosque, me ha
supuesto un poco de peligro, ya que por culpa de una rama seca del
suelo todos han dirigido su mirada directamente hacia el lugar en el
que me hallaba. Por suerte para mí, creyeron que había sido un
animal y no le dieron mucha importancia. De tanto recorrerme estos
parajes, he ido memorizando un poco el camino (rocas, zonas fangosas,
…) Rápidamente encuentro un pequeño arbusto del tipo de bayas que
me comí una vez. Pequeñas, redondas, rojizas. Aunque son algo
amargas, es lo único que alcanzo a ver, por lo que, a duras penas,
hago con las hojas de los árboles, una pequeña cestita en la que
poder almacenar unas pocas. Por lo que he contado, creo que en ella
caben alrededor de treinta, más o menos. De vuelta a la cornucopia,
he ido comiendo alguna de ellas que me cabían en la mano. Al rato,
empiezo ha acostumbrarme a su sabor, por lo que empieza a resultar
algo adictivo. Cuando llego, me doy cuenta de que el paisaje ha
cambiado considerablemente. Ya no están arrodillados en el suelo
desenterrando minas, sino que ya han empezado ha enterrar alguna de
ellas alrededor de su queridísima montaña de comida. Miro hacia la
dirección del sol, comprobando lo que ya había supuesto. Han
adelantado demasiado en muy poco tiempo. Me siento detrás de mi
arbusto, empezando a observarlos detenidamente, sin comer ninguna
baya más. Todos se mueven muy rápido, coordinando sus movimientos,
como robots. Jamás antes los había visto trabajar de esa forma. Con
todos moviéndose, no consigo ver que hace cada uno, por lo que me
concentro en otras cosas. Por lo que he podido entrever, creo que
solo tienen colocada la primera línea de minas, la más cerca a la
comida. También creo que hay un chico que es el que prepara las
minas, o algo similar. Todos se las llevan y las traen de su
alrededor. Quizá sea del distrito tres, de la informática. Poco a
poco me respaldo contra un árbol, desde allí estoy más cómoda,
mas aunque no lo vea todo, tampoco es que estén haciendo gran cosa,
por lo que decido esperar, mirando fijamente al chico de las minas.
Espero que les haya gustado :)
Besos
No hay comentarios:
Publicar un comentario